Por: Ángela Rodríguez
Directora Ejecutiva NIMD Colombia
Ningún mandato político había pasado por las urnas de una manera tan contundente en la historia de Colombia como la reciente Consulta Anticorrupción. Fueron más de 11 millones de votos, cantidad superior a la que eligió al actual – y a todos los presidentes de la República – que hacen visible el hastío de la ciudadanía frente a prácticas políticas inequitativas y poco transparentes como el altísimo salario que devengan los congresistas y su negativa a rendir cuentas a la ciudadanía, las habitualmente inexistentes consecuencias legales para los corruptos, la opacidad en la contratación pública y el ejercicio político vitalicio de algunos gobernantes, entre otros puntos.
A pesar de superar las expectativas en cuanto a cantidad de votantes, el número de sufragios depositados no alcanzó al requerido por la ley para hacer vinculantes los puntos de la Consulta Anticorrupción, situación que ha dejado numerosos interrogantes sobre los pasos a seguir.
Mientras para los detractores de la iniciativa, los resultados demostraron la inocuidad del mecanismo ciudadano; para quienes actuaron como abanderados de la campaña, incluyendo a congresistas de la Alianza Verde, Polo Democrático y Cambio Radical, se respiran aires de triunfo al establecer que más allá de las cifras, el ímpetu ciudadano que hace un llamado a la transformación de las prácticas políticas es difícil de ignorar.
¿Y ahora qué?
Con el preconteo de votos finalizado, el presidente de la República ratificó, como votante de la Consulta Anticorrupción, su interés en promover medidas legislativas que materialicen los cambios necesarios para mejorar las prácticas políticas, intención que ha sido visibilizada con los proyectos de ley al respecto radicados por su partido hace un par de semanas y en los que adicionó esta.
La tarea de avanzar de manera práctica en el sentido en que el pueblo lo exigió queda por un lado en el Congreso de la República, que tradicionalmente no ha sido muy receptivo a los mandatos ciudadanos agendados mediante mecanismos de participación ciudadana (como es el caso de consultas y referendos pasados). Sin embargo, vale la pena recordar que la realización de la Consulta Anticorrupción -incluyendo sus implicaciones logísticas como costos y fecha de realización- fue aprobada por representantes de la totalidad de los partidos políticos en el Congreso en la pasada legislatura.
Teniendo en cuenta la voluntad ciudadana expresada en las urnas, las expectativas se fijan en la posibilidad de que el Congreso conforme una bancada que trascienda los límites partidistas para tener incidencia efectiva en la lucha contra la corrupción. Desde NIMD hacemos un llamado para que esta corporación aproveche esta inigualable oportunidad para actuar con la responsabilidad política y la representatividad democrática que la ciudadanía colombiana mayoritariamente le ha concedido.
Salta a la vista entonces que los protagonistas más importantes de las tareas pendientes en pro de la transparencia son los colombianos que mediante la votación de la Consulta Anticorrupción da muestras tangibles de querer nuevas formas de ejercicio político, alejadas de las desafortunadas prácticas tradicionales. Las preguntas contenidas en la Consulta lograron movilizar a los ciudadanos más allá de sus filiaciones ideológicas e incluso le dieron la batalla al fantasma del abstencionismo electoral.
El reto siguiente es avanzar en una ciudadanía activa y empoderada de sus deberes, en la que el voto sea un punto de partida que se complemente con un acompañamiento y veeduría constante a las acciones de los electos, bajo lógicas constructivas que den paso a ejercicios de representatividad mediados por relaciones más cercanas entre ciudadanos y políticos, en que la construcción de lo público sea asumida como una responsabilidad habitual y no solo esté limitada a lo electoral.
La promoción de la transparencia, al igual que la construcción de paz, son valores intrínsecos a la democracia que se materializan en las acciones cotidianas de todos los ciudadanos. Con esta premisa en mente, desde NIMD llevamos varios años poniendo a disposición de los partidos políticos, corporaciones públicas y ciudadanía en general, herramientas que promueven prácticas transparentes para el ejercicio político incluyendo el cumplimiento de las leyes existentes, diálogos multipartidarios para definición de agendas legislativas y entrenamientos en el marco de nuestras Escuelas de Formación para la Democracia, entre otros; con los cuales esperamos continuar aportando al fortalecimiento de la democracia en Colombia.