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Desde comienzos del siglo XX la radio en Colombia se ha convertido en uno de los medios de comunicación masiva más relevantes por su cobertura y capacidad de llegar a diversos tipos de públicos, y ha sido determinante para generar sentimientos de comunidad y empatía en un país caracterizado por la diversidad cultural y geográfica como el nuestro. En ese sentido, la radio juega un papel significativo en la construcción de paz, particularmente desde una perspectiva territorial, tanto en términos informativos como pedagógicos, y más aún como medio de participación y expresión de los intereses y preocupaciones ciudadanas.
Así lo piensa Mónica Isabel Salazar, habitante del municipio de El Tambo, en el Cauca, quien está convencida de que este medio de comunicación puede ayudar a contar las realidades pasadas y evitarlas en el presente: “Desde que nací encontré el país en guerra y hasta ahora solo estoy viviendo el proceso de cambio, por eso creo que la radio puede ayudar a contar a las nuevas generaciones lo que vivimos, no para ahondar en la guerra, sino para no repetirla.”
Mónica es participante del taller de radio “Voces por la democracia”, una iniciativa que, desde NIMD Colombia, se propuso teniendo en cuenta el aporte de la comunicación radial comunitaria para el cambio y el desarrollo social. Este taller, que se realiza en cada uno de los municipios priorizados en el proyecto Acción Democrática para la Paz, financiado por la Unión Europea, tiene una duración de tres días, en los que jóvenes, adultos, mujeres, integrantes de medios de comunicación, entre otros líderes territoriales, se reúnen para hablar sobre los procesos de difusión de información en su región, explorar sus habilidades de comunicación y generar, a partir de su contexto, piezas auditivas que logren cautivar al receptor.
Por su parte, Yornaldi Benjumea, desde el norte de Colombia, específicamente desde Fonseca, en la Guajira, quien también participó del taller, está convencido de que este tipo de espacios, fortalecen sus capacidades de liderazgo y le permiten trabajar por desarrollo de su región: “para mí como representante de los jóvenes afrodescendientes y como líder social, es muy importante este proceso de formación porque podemos contribuir a la construcción de un mejor país a partir de nuestras experiencias y de nuestro ejemplo.”
La radio, en especial la de origen comunitario, es un medio de comunicación democrático: es de todos y para todos, y por lo tanto es determinante que quienes hagan uso de ella conozcan el contexto local y nacional, adapten los mensajes de acuerdo con su público objetivo e inviten a que más personas puedan utilizarla como una herramienta para la construcción de una democracia en donde se compartan las experiencias, se aprenda de lo vivido y se planteen nuevas maneras de trabajar conjuntamente por el mejoramiento de las comunidades con que interactúan.
En Colombia, desde el año 1997 con la primera ley de Juventud expedida por el Congreso de la República, se estableció el marco institucional “para garantizar a todos los y las jóvenes el ejercicio pleno de la ciudadanía juvenil en los ámbitos, civil o personal, social y público”. Asimismo, se definió el rango de edad para la población joven, la cual se encontraba entre los 14 y los 26 años. Después de 16 años, con la Ley 1622 de 2013, el rango de edad para la población joven del país se amplió hasta los 28. De acuerdo con ello y, según datos del Departamento Nacional de Estadística – DANE, en Colombia actualmente existen 13.036.637 jóvenes que, representan una cuarta parte del censo electoral y que, como lo menciona dicha ley, deben ser tenidos en cuenta en los diferentes ámbitos sociales, pues son “sujetos de derechos y protagonistas del desarrollo de la Nación desde el ejercicio de la diferencia y la autonomía”[1].
En correspondencia, el protagonismo de los jóvenes debe fortalecerse a través de la generación de espacios en los que se reconozcan sus liderazgos, se fortalezcan sus habilidades y, sobre todo, se permita entablar un diálogo en torno a sus logros, retos y maneras de incidir en los ámbitos sociales, económicos, políticos, entre otros. Con la Escuela de Formación para la Democracia, que se desarrolla en 8 territorios de Colombia, se busca incentivar la participación de los líderes y lideresas que se interesan en desarrollar acciones para el mejoramiento continuo de sus comunidades, así como darle reconocimiento a la labor de cada uno de los jóvenes que participa de este espacio.
En el actual contexto de implementación de acciones para alcanzar los Acuerdos de Paz firmados por el Gobierno Nacional y las FARC – EP, el rol de la ciudadanía y, aún más, de la población joven, está principalmente ligado a la participación e incidencia en espacios de concertación y de toma de decisiones, como lo menciona Luis Carlos Suarez – estudiante de la Escuela de Formación para la Democracia en Montería, es preciso que las comunidades se “reconozcan y participen activamente, independientemente de donde estén, si somos campesinos, si somos de una organización, si somos de un partido político; es necesario participar porque es de esta manera como se construye unidad y se fortalece el pueblo en general, es la única manera de construir un legado para nuestra sociedad.”
Desde Montería, la apuesta de los líderes locales es “empezar a trabajar por dejar un buen legado, empoderar a los jóvenes para que sean ellos los principales actores de la paz en Colombia”[2]. Con la participación de jóvenes en los espacios de aprendizaje y deliberación que promueve NIMD Colombia, se fortalecen sus habilidades de liderazgo e incidencia en el ejercicio político como un deber ciudadano que trasciende lo electoral, haciendo que, como lo dice Nelson Berrueso, “se vea en la política, la oportunidad de generar cambios, de hacer movilización social y exigir el cumplimiento de acuerdos y de normas que permiten una democracia más inclusiva y con más oportunidades” para la los jóvenes.
Los retos son monumentales a la hora de promover y lograr el empoderamiento efectivo de los jóvenes de nuestra sociedad, pero en correspondencia los esfuerzos que se están poniendo en marcha al respecto han conducido a importantes resultados, como lo reconocen los Estudiantes de la EFD en Montería: se ha avanzado y aún se puede seguir cambiando las armas por los votos y eso solo se logra gracias a la orientación y el diálogo que se genere en espacios en comunidad”.
[1] Ley Estatutaria 1622 de 2013. Estatuto de Ciudadanía Juvenil. Título I. Artículo 2
[2] Nelson Berrueso. Estudiante de la Escuela de Formación para la Democracia – Capítulo Montería.