En Colombia, desde el año 1997 con la primera ley de Juventud expedida por el Congreso de la República, se estableció el marco institucional “para garantizar a todos los y las jóvenes el ejercicio pleno de la ciudadanía juvenil en los ámbitos, civil o personal, social y público”. Asimismo, se definió el rango de edad para la población joven, la cual se encontraba entre los 14 y los 26 años. Después de 16 años, con la Ley 1622 de 2013, el rango de edad para la población joven del país se amplió hasta los 28. De acuerdo con ello y, según datos del Departamento Nacional de Estadística – DANE, en Colombia actualmente existen 13.036.637 jóvenes que, representan una cuarta parte del censo electoral y que, como lo menciona dicha ley, deben ser tenidos en cuenta en los diferentes ámbitos sociales, pues son “sujetos de derechos y protagonistas del desarrollo de la Nación desde el ejercicio de la diferencia y la autonomía”[1].
En correspondencia, el protagonismo de los jóvenes debe fortalecerse a través de la generación de espacios en los que se reconozcan sus liderazgos, se fortalezcan sus habilidades y, sobre todo, se permita entablar un diálogo en torno a sus logros, retos y maneras de incidir en los ámbitos sociales, económicos, políticos, entre otros. Con la Escuela de Formación para la Democracia, que se desarrolla en 8 territorios de Colombia, se busca incentivar la participación de los líderes y lideresas que se interesan en desarrollar acciones para el mejoramiento continuo de sus comunidades, así como darle reconocimiento a la labor de cada uno de los jóvenes que participa de este espacio.
En el actual contexto de implementación de acciones para alcanzar los Acuerdos de Paz firmados por el Gobierno Nacional y las FARC – EP, el rol de la ciudadanía y, aún más, de la población joven, está principalmente ligado a la participación e incidencia en espacios de concertación y de toma de decisiones, como lo menciona Luis Carlos Suarez – estudiante de la Escuela de Formación para la Democracia en Montería, es preciso que las comunidades se “reconozcan y participen activamente, independientemente de donde estén, si somos campesinos, si somos de una organización, si somos de un partido político; es necesario participar porque es de esta manera como se construye unidad y se fortalece el pueblo en general, es la única manera de construir un legado para nuestra sociedad.”
Desde Montería, la apuesta de los líderes locales es “empezar a trabajar por dejar un buen legado, empoderar a los jóvenes para que sean ellos los principales actores de la paz en Colombia”[2]. Con la participación de jóvenes en los espacios de aprendizaje y deliberación que promueve NIMD Colombia, se fortalecen sus habilidades de liderazgo e incidencia en el ejercicio político como un deber ciudadano que trasciende lo electoral, haciendo que, como lo dice Nelson Berrueso, “se vea en la política, la oportunidad de generar cambios, de hacer movilización social y exigir el cumplimiento de acuerdos y de normas que permiten una democracia más inclusiva y con más oportunidades” para la los jóvenes.
Los retos son monumentales a la hora de promover y lograr el empoderamiento efectivo de los jóvenes de nuestra sociedad, pero en correspondencia los esfuerzos que se están poniendo en marcha al respecto han conducido a importantes resultados, como lo reconocen los Estudiantes de la EFD en Montería: se ha avanzado y aún se puede seguir cambiando las armas por los votos y eso solo se logra gracias a la orientación y el diálogo que se genere en espacios en comunidad”.
[1] Ley Estatutaria 1622 de 2013. Estatuto de Ciudadanía Juvenil. Título I. Artículo 2
[2] Nelson Berrueso. Estudiante de la Escuela de Formación para la Democracia – Capítulo Montería.