“El conjunto de mecanismos, procesos, relaciones e instituciones mediante las cuales los ciudadanos y grupos articulan sus intereses, ejercen sus derechos y obligaciones y concilian sus diferencias” (PNUD, 1997, pág. 31).
De acuerdo con Moore (1998) el valor público es “la capacidad que tienen, el gobierno, sus instituciones y fundamentalmente los gerentes públicos para satisfacer los deseos o aspiraciones de los ciudadanos para el establecimiento de una sociedad bien ordenada donde lo justo, eficiente y la rendición de cuentas de la empresa pública existan”.
Los laboratorios de innovación son “plataformas que facilitan la participación de las personas en los procesos de experimentación y desarrollo de proyectos surgidos desde el territorio mismo” (Hernández y Jaramillo, 2019, pág. 269). El objetivo de los laboratorios es el de permitir la construcción experimental de propuesta de solución a problemas públicos a partir de las experiencias y conocimientos concurrentes de ciudadanía, academia, sector privado y administración pública.
Según Bloj (2009) los presupuestos participativos corresponden a “una mecánica diferente de presupuestación por la cual una parte del presupuesto municipal o regional se reserva para decisiones que se tomarán en asambleas deliberativas; estas prioridades deberán convertirse en proyectos que luego serán consensuados, negociados o rechazados por las áreas de gobierno y por la población votante. El PP inaugura una concepción participativa de la presupuestación, y que algunos autores califican de ‘gestión social de las finanzas’ (Matías 2004:21).” (Bloj, 2009, pág. 18).
La carta Iberoamericana de innovación en la gestión pública del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo – CLAD, define la innovación pública como: “el proceso de explorar, asimilar y explotar con éxito una novedad, en las esferas institucional, organizativa y social, de forma que aporte soluciones inéditas, originales y creativas a los problemas y permita así responder de manera óptima a las nuevas y tradicionales necesidades de los ciudadanos y de la sociedad” (CLAD, 2020, pág. 8).
El diseño centrado en el usuario es un concepto que viene del mundo del diseño (gráfico e industrial) el cual consiste en utilizar de forma iterativa la experiencia de los usuarios de un dispositivo, mecanismo o procedimiento para, a partir de tal, evaluación, mejorar y rediseñar el producto para mejorar la calidad y la satisfacción de las personas con el objeto o proceso, en especial garantizando un diseño efectivamente accesible (Pursell, s.f.; Carter, s.f).
La gamificación “es la introducción de elementos de pensamiento y diseño de juegos en contextos no lúdicos, con el fin de hacer que la experiencia para el usuario sea más agradable, para lograr conectar con él (engagement) y motivarlo a aprender y/o hacer determinadas cosas” (Llosa 2019, citado por Gamificaxión, 2020). Aplicado a la participación, implica la introducción de componentes lúdicos en los procesos participativos y gubernamentales con el objetivo de “mejorar su prestación, modificar comportamientos y/o motivar cambios de mentalidad, contribuir a una democracia participativa, minimizar los tiempos de adopción de nuevos trámites o servicios, entre otros” (Gamificaxión, 2020).